jueves, 18 de septiembre de 2014

Introducción de En Tierra Prestada.

 
 
 

 

 

 

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En un tiempo muy lejano
 
El muchacho se encontraba erguido. Andaba con el torso desnudo y vestía unos pantalones holgados tipo bermudas. Sus pies los protegía con unas sencillas sandalias. Llevaba puesto sobre el puente de su nariz, una especie de gafas enormes y sumamente extrañas. Se trataba de una mini cámara de televisión y un sensor de distancia y movimiento por ultrasonidos, ambos montados sobre esas aparatosas gafas. Su cráneo rapado,estaba plagado de implantes cerebrales que recogían las imágenes captadas por la mini cámara y el sensor de ultrasonidos, y eran  procesadas en el ordenador que llevaba a la cintura. El ordenador, después de procesar las imágenes, activaba una segunda microcomputadora que transmite la señal a las docenas de electrodos de platino
que el adolescente tiene implantados en la superficie del cerebro, en el córtex visual, y las mismas son transmitidas a un receptor remoto donde se procesan y visualizan las imágenes captadas. El chico miró en rededor. Se encontraba en medio de una especie de selva tropical repleta de enormes palmeras, helechos gigantescos y coníferas, increíblemente voluminosas.


Los enormes ginkgos, —el árbol conocido como de los cuarenta escudos—, tapaban  gran parte de su visión. Se acuclilló y se ocultó tras unos helechos, acababa de escuchar un sonido parecido a un rugido que le heló la sangre. Al hacerlo, un leve crujido le obligó a desviar la
mirada al suelo encharcado, hacia sus sandalias. Acababa de aplastar una especie de artrópodo de enorme tamaño. La huella de su sandalia había quedado dibujada en el barro, junto al insecto aplastado. Rápidamente le sobrevino una arcada que logró detener, no sin esfuerzo. El hedor que desprendía el bicho era nauseabundo, y la visión de aquella masa uniforme, resultaba del todo vomitiva. El chaval desvió la vista hacia el cielo, más allá de las copas de los titánicos árboles. La cúpula celeste estaba presidida por los débiles rayos del Sol. El astro rey se encontraba en su ocaso; dentro de pocos minutos, la noche caería y sembraría de oscuridad y mil sombras el bosque de helechos gigantes. Su cara dibujó una mueca de asombro, algo no parecía encajar. Consultó su moderna brújula incorporada al cinturón. El muchacho golpeó contra su muslo repetidamente la brújula, no parecía funcionar bien. Así, de cuclillas como se encontraba, tomó su pequeña pizarra plástica y alineó el transportador con el vértice del ángulo del Sol. El Sol, pese a su ocaso, parecía ponerse por el este. Volvió a encogerse sobre sí mismo, el rugido se hizo más audible. Aquella cosa que lo emitía se acercaba
peligrosamente hacia donde el joven se había ocultado. En un arranque de valor, el adolescente apartó con su mano uno de los gigantescos helechos para intentar tener una visión más clara del ser que emitía aquel escalofriante rugido.



 
 
Nunca había visto ni imaginado nada parecido. Se trataba de un grupo de arcosaurios, aunque él desconocía la especie «mamíferos reptiloides». Caminaban sobre dos patas acabadas en algo parecido a un pie. De sus extremidades superiores sobre salía una especie de membrana, sin duda al extenderlos, se convertían en alas capaces de hacer que aquellas repugnantes criaturas surcaran los cielos. Poseían una mandíbula alargada, repleta de afilados dientes, sus ojos eran sumamente pequeños, carentes de pupilas y de un negro brillante. Su altura oscilaba entre un metro y un metro diez centímetros, aunque existían criaturas de mayor tamaño que mantenían una prudente distancia de ellos, éstos se encontraban algo más rezagados que el resto. Parecía que los seres de menor tamaño actuaban como avanzadilla de la comitiva. Contaban con una larga cola acabada en forma de diamante y emitían constantemente escalofriantes rugidos, su visión le trajo a la mente el recuerdo de dibujos y pictografías referentes a demonios, su cuerpo se estremeció mientras contenía la respiración y amortiguaba mentalmente el latido de su corazón.


Aquellos seres iban en grupo, seguramente de expedición hacia algún lugar indeterminado del inmenso bosque. El adolescente pudo contar desde su escondrijo hasta cuatro de aquellos horribles seres, pero por el ensordecedor ruido que emitían, estaba convencido de que eran muchos más. Miró con desesperación el suelo encharcado en busca de un arma con la que defenderse, pero solo encontró un palo alargado...



YA EN PREVENTA...




EN TIERRA PRESTADA  De AMANDO LACUEVA

 

 

Escuchad, humanos: el tiempo se acaba.

En el Génesis 6:3 Dios dice: "No voy a dejar que el hombre viva para siempre, porque él no es más que carne. Así que vivirá solamente ciento veinte años."

La vida del hombre sobre la tierra tiene sus días contados, 120 años corresponden a 120 jubileos, así que el tiempo se acaba…

“La tierra no se venderá a perpetuidad, pues la tierra es mía; porque vosotros sois para mí como forasteros y advenedizos."

La Tierra, nuestro amado planeta, no nos pertenece, es un préstamo que tenemos que devolver a su legítimo dueño. Pero mientras eso ocurre, unos seres reclaman su posesión... El tiempo prometido ha terminado y llega a su fin. Han venido a tomar por derecho lo que les pertenece, este insignificante planeta donde habitan los seres humanos. Se aproxima la hora y con sus ingenios tecnológicos y su astucia volverán a hacer habitable para ellos el planeta. Solo uno de nosotros tiene poder para evitarlo, pero tratarán de darle caza. No se puede impedir lo inevitable... La raza humana está condenada y la Tierra volverá de nuevo a ser propiedad de sus auténticos amos.

Amando Lacueva (La Red Final, La Guerra del Francés) nos adentra en una espectacular trama de ciencia ficción llena de intriga y emoción.

                                                                                                                       

Páginas: 472

Dimensiones: A5

Encuadernación: Rústica.

 

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Precio: 18,00 €

 


 

 




 

 

 






EL AUTOR

 

AMANDO  LA CUEVA
 
 

Amando Lacueva Poveda es un escritor español. Nació el 26 de noviembre de 1960 en Hellín, provincia de Albacete y vive en Tarragona ciudad. Empezó escribiendo obras del género fantástico con la editorial Mundos Épicos. Su primera obra publicada en 2008 fue El triángulo Vikingo. En 2009 con la editorial Hera Ediciones, publicó se segunda obra sobre las profecías mayas.

Aparcó el género fantástico para crear una antología histórica sobre Cataluña. Dentro de la serie Crónicas Catalanas, ha publicado dos títulos sobre la Guerra de Independencia Española y su argumento se centra en el asedio, asalto y ocupación de la ciudad de Tarragona.

Gracias al éxito de sus novelas históricas ha seguido creando para Ediciones Citerior, nuevas entregas que conforman la serie de Crónicas Catalanas con su obra, Guerra a Ultranza, Barcelona 1713-1714 y que narra, dentro de Guerra de Sucesión Española en Cataluña, el asedio a la ciudad de Barcelona. El autor se ha basado principalmente en la obra de Salvador Sanpere y Miquel escrita en 1905; El fin de la nación catalana.

 

Nunca ha abandonado completamente el género fantástico, por lo que en 2011 se publicó una nueva obra con la editorial Quadrivium y en 2014, con Dlorean Ediciones una obra que encierra mucho de fantástico y ciencia ficción. 

 

 

 

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